Un águila herida.
Descansa allí el águila con su ojo vivo pero sus garras en pena, débiles de tanto luchar, llenas de orgullo y poder, solo su ojo izquierdo vive, de a poco se levanta y expande sus gloriosas alas en busca de respuesta. Volviendo a darse su poder en busca de una nueva caza, un desafío.
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